jueves, agosto 26, 2010

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Estoy sentada en mi casa, acompañada de mi dulce Alicia que no para de jugar, y yo hoy no paro de pensar en el otro día que me levanté de mal humor, fui a trabajar más irritable que lo usual y de repente vino la gran tristeza. Usualmente soy el soporte, quien le dice a los demás que Dios no nos da nada que no podamos soportar, la que trata de ayudar a los demás a encontrar soluciones, pero ese día, supe que aunque quiera no puedo ayudar a todos, pero que sí debo estar para quienes me lo soliciten.

El se fue, decidió irse, y me afectó tanto que ni sabía a quién llamar y decirle, no sabía como. Y es que esta es la segunda vez que alguien cercano a mi decide irse, y yo he estado lejos, y todavía hoy siento mucho su partida. Que tristeza que la desesperación y la  a veces sea tanta que no nos deja ni desahogarnos con nadie y nos haga tomar decisiones extremas... Que triste.

No sé si habría sido diferente de haber estado cerca, pero eso nadie lo sabrá nunca. A nosotros, todos los que le recordaremos con mucho cariño, solo nos queda aceptar las vueltas de la vida y superarlo, tratar de mantener la cordura y sobre todo tratar de encontrar soluciones.

miércoles, agosto 11, 2010

Poder que Transforma

El escrito que comparto con ustedes a continuacion, me lo hizo llegar por mail una amiga, cosa que le agradezco infinitamente, porque al final del cuento creo que, todos atravezamos por situaciones en las que se nos olvida el poder del perdón.


Me cuesta perdonar. ¿A quién no? Cuando alguien me falla, me defrauda o me perjudica… ¡cuántos deseos de venganza invaden mi mente! Tengo amigos y enemigos, y con ambos he tenido la oportunidad de practicar el perdón mutuo. En relación a este asunto, a través de los años experimenté diversas sensaciones, y transité distintas líneas de pensamiento.


Por ejemplo, me encontré con gente que promueve una especie de “perdón mágico”, adjudicándole a éste la solución a todo conflicto interpersonal. Otros, además, utilizan el perdón como una vía de escape emocional frente a los recuerdos tristes del pasado, estrategia cuyo resultado muy pocas veces logra satisfacer el vacío y la frustración del ser interior.

Pero también tuve el privilegio de conocer personas sinceras y valientes, que en medio del dolor y de la adversidad han sabido elegir el camino del perdón.

En el año 2003 visité la ciudad de Corrientes (Argentina), en el marco de unas conferencias especiales sobre el tema de la espiritualidad. En una de esas charlas enfaticé la importancia y el beneficio que le brinda a nuestra persona la decisión de perdonar. De esta manera, y basándome en mi experiencia personal en cuanto al perdón hacia mi padre (quien abandonó el hogar cuando yo tenía ocho años de edad), invité a los presentes a que realizaran un breve balance de sus vidas y perdonaran a aquellos que les habían perjudicado emocional y/o físicamente.

Al concluir se acercó una pequeña niña de siete años, quien me dijo: “Mis papás se divorciaron, igual que los tuyos… Por mucho tiempo no pude perdonar a mi papá por haberse ido de la casa, pero hace unos minutos decidí perdonarlo… ¡y lo logré! ¡Pude perdonar a mi papá!”

Han pasado varios años desde que me desilusioné con los cuentos de hadas. Créame. Pero ha transcurrido la misma cantidad de tiempo desde que comprendí el tremendo poder del perdón como un beneficio de doble vía.

Cuando escojo perdonar me libero de toda carga emocional hacia la otra persona, a la vez que construyo un espacio de libertad en el que el otro puede reconsiderar su error y cambiar de actitud.

Jesucristo dijo: “…si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados” (Marcos 11:25-26).

No le aconsejo que se haga el tonto y ande por ahí con una sonrisa prefabricada, diciendo: “todo está OK”, pasando por alto la situación de conflicto. Eso no es perdón. El perdón lo damos por amor, aunque el otro no lo merezca (¿no hace Dios así con nosotros?).

Perdonar quizás no haga que la otra persona cambie… ¡pero le aseguro que usted experimentará libertad y paz en su vida! Perdón es Poder que Transforma.

martes, agosto 10, 2010

Ofrenda...

Te ofrezco mi compañía incondicional,
mi energía, mi esfuerzo, la más sincera entrega,
toda la paz y la serenidad que exista en mi, 
porque quiero formar parte de tu mejoría,
sin importar que alguna vez me digas no,
porque te quiero sin importar qué.


Te quiero, 
sin importar qué o cuando,
sin importar qué digan o dejen de decir, 
si no aceptas ahora, o si lo haces más tarde,
yo siempre voy a estar aquí.