Es medio día y sorprendentemente, no me he cansado aún de escuchar los comentarios y en algunos casos quejas sobre la proclamación de la nueva constitución, con la que de sobra es sabido no estoy enteramente de acuerdo, sin embargo, este último no es el tema del escrito.
Lo que sí resulta tema de conversación, al menos para mí, son las preguntas que me surgen al ver las protestas verbales de la gente:
1. ¿Dónde han estado estas personas que se quejan ahora sobre la nueva constitución, acaso vivían en Plutón y recién se mudaron al país?
2. ¿Han hecho ellos algo para que las cosas sean diferentes?
Cualquiera podría decir que es ira, pero yo lo calificaría de tristeza, la emoción que me provoca ver que realmente para nosotros es una costumbre quejarnos por todo y ser incapaces de tomar acción.
Alguien, que junto a mí fue testigo de una queja respondió que de nada sirve quejarse ahora si cuando se pudo haber hecho algo, no estuvimos ahí. Y yo secundo su parecer, si usted no ha hecho nada para que la voz se escuche, entonces no critique el hecho de que el ruido que hicieron los que sí protestaron no fue suficientemente fuerte!
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