Estar solo(a) y sentirse solo(a) son cosas distintas. Estar solo no está mal porque nos hace valorar la compañía, pensar en lo perdido, en lo recuperado, en lo que por elección dejamos y darle la oportunidad a las nuevas experiencias.
Sentirse solo(a) hace que nos refugiemos en cualquier oportunidad de disfrazar ese silencio, esa calma que perturba.
Doy gracias porque me ha tocado vivir la soledad involuntaria y por elección, me ha permitido tomarme el tiempo para aprender a no apresurarme, a no forzar situaciones.
Hoy no siento miedo, no siento angustia, disfruto mi soledad y la compañía, estoy disfrutando cada momento que vivo, mis recuerdos, la nostalgia, la esperanza. Me estoy disfrutando a mí.