Uno extraña, a veces tanto que puede doler. Pero con el tiempo, uno se acostumbra a ciertas ausencias, dejan de doler y entonces se olvida.
Uno puede llegar a sentir culpa por llegar a ese punto de olvido, quizás por no querer irrespetar el recuerdo, pero lo cierto es que hay que pasar la página y continuar rellenando los espacios en blanco con nuevas experiencias, el amor a uno mismo y eventualmente con otras presencias.
Postergar lo inevitable es prolongar el sufrimiento. Pasar la página y seguir adelante es poner fin al dolor y descubrir la magia de una sonrisa.
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