miércoles, octubre 15, 2008

Cómplices de la condena o parte de la solución?



Hace algunos días me decidí a sacar de mi closet todas aquellas cosas que definitivamente no uso, me convencí de sacar toda esa ropa que no me servirá, ni rebajando 30 libras, y los zapatos que no uso porque sí. Me pasé la mañana de un domingo casi completa, y cuando finalmente volví a ver la pared del fondo del closet, me di cuenta de que sigo teniendo demasiadas cosas.

Cuando miré el pasillo, vi que había empaquetado ropa suficiente como para llenar una funda de esas negras de basura y me sentí culpable. Culpable no por decidirme a regalarla, ni por no haber tomado la decisión antes, sino, porque tantas veces dije antes y ahora que no tengo suficiente ropa, que me hacen falta zapatos, y yo fui capaz de desechar TODO ESO, y tantísima gente que no tiene más que dos pantalones, tres camisas y un par de zapatos.

Viviendo en un país tercermundista, en el que la gente se ve influenciada con tanta facilidad por cualquier otra cultura, uno se vuelve, no inconscientemente, pero a veces sin darte cuenta de lo que ocurre a tu alrededor, una persona que recolecta posesiones materiales por el simple hecho de tenerlas y saber que estarán por ahí. Mientras hay tantas personas que tienen una preocupación más grande que no tener suficiente ropa en su closet, si es que tienen closet, o pensar que tienen que ir al salón este sábado antes de que llueva, porque aunque posiblemente se le pongan feos los cabellos, esa es la costumbre; hay gente que está cerca de mi que no tiene a veces ni siquiera con qué comer. Y puede parecer extremo y hasta hipócrita de mi parte, que aproveche un día como hoy para ‘querer limpiarme la consciencia’, pero realmente estoy aprovechando esta oportunidad, para que nosotros, ustedes y yo, nos tomemos el tiempo de pensar que aunque hayan momentos difíciles, esas peripecias pueden ser siempre superadas por alguien que atraviesa una situación peor. Sin embargo, no solo la gente que esta lejos de nosotros o esas personas a las que no necesariamente vemos y/o conocemos necesitan un poquito de nosotros, sino que nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo muchísimas veces aprovecharían cosas que para nosotros son inútiles!

¿Qué podemos hacer?

· En vez de pasar años acumulando cosas en gavetas, podemos proponernos hacer una limpieza cada seis meses y sacar la ropa, zapatos, libros, cuadernos, libretas, lápices, lapiceros, electrodomésticos de cualquier naturaleza, ornamentos del hogar, ganchitos, cintillos, gomitas para el cabello, cualquier cosa!!!!!!! Llamar a las personas que nos rodean, y que ellos vean qué cosas pueden usar, las cosas que nos queden podemos llevarlas a los refugios (sí, a los refugios, recuerden que en este país todavía hay damnificados del ciclón David…), iglesias, centros comunitarios, clubes parroquiales y permitamos que otra persona pueda satisfacer una necesidad X, con las cosas que nosotros no usamos.

· Aprender que más no necesariamente es mejor. En vez de gastar cantidades obscenas de dinero en el supermercado en productos que muchas veces se vencen sin que se usen. Si su felicidad radica en gastar el dinero, cómprelo y el que usted no vaya a usar, dónelo!

· Sentir empatía. Ok, no le podemos resolver el problema de la pobreza los queseyocuantos millones de personas que viven en la pobreza en nuestro país, pero eso no significa que ignoremos que existe un problema y que no son pocas las personas que viven así.

· Las personas que tienen hijos, pueden contribuir con la educación y formación de sus hijos. En vez de hacer hasta lo impensable para darle ‘todas las cosas que yo no pude tener’, darle a sus hijos lo necesario, enseñarles el valor de las cosas y el esfuerzo con que se consiguen.

· Al niño o niña que siempre nos pide dinero en el semáforo, hacerle un obsequio. Olvidarnos de que si el papa o la mama lo explota y le quita todo lo que lleva y las tragedias posteriores, pero invertir un tiempecito en hacer a alguien feliz. Ciertamente no es una solución permanente, pero anima a querer seguir luchando.

No puedo contar cuantas veces al día oigo quejas de otras personas y hasta de mí misma por cualquier cosa, a veces cosas que no merecen ni atención, pero nos quejamos y creemos que se nos acaba el mundo, como si no tuviéramos opciones o no tuviéramos suficiente. Podría uno pasarse la vida buscando soluciones al problema de la pobreza, pero no importan ni sirven de nada si al final no ponemos ninguna en práctica.


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