Hay personas que pasan por nuestras vidas y sentimos que son familia, aunque no lo sean. Asimismo, hay personas con las que nos identificamos tanto y de manera tan natural, que a veces resulta imposible o impensable imaginar nuestras vidas sin esas presencias.
Una de esas personas fue mi abuelita Noné, quien con sus desayunos sustanciosos y nutritivos, sus paseos a pie por todo Puerto Plata, sus famosos viajes por el mundo, sus bizcochos hechos especialmente para comer con leche condensada, sus maravillosos ojos claros y cabellos del color de la plata, llegó a calar en el corazón de toda aquella persona que convivió con ella.
Recuerdo, que cuando la internaron, me dio la impresión de que llegaba el holocausto, el final de la existencia. Y cuando ese 25 de Enero a las 5:00a.m. contesté la llamada que anunciaba su triste partida, sentí que por ella debía ser fuerte y mantener la compostura. Y creo que lo hice, no recuerdo bien, hacen ya casi 13 años desde ese año. Pero sí recuerdo el sol, que quemaba e iluminaba la calle con un color extraño, diferente.
Hoy, es 14 de agosto, y se celebraría un año más de su vida. Y a pesar de que hoy me llamo Luis para recordarme su cumpleaños, lo tenía presente, y tenía la intención de escribirle desde temprano, pero a veces la intención no basta. Justamente hoy, falleció la abuela de una persona que trabaja en mi oficina, y no pude ir a la funeraria, pensar que recordaría aquel día, y justamente hoy en el que entiendo debe ser un homenaje a su vida, me destrozaba.
Supongo que está bien, o que estuvo bien, no se si se es o si fue cuando uno ya está durmiendo para siempre ante los ojos de los mortales, pero si sé, que si se está bien atendiendo a la entrega y a los sacrificios que se hacen en vida, entonces ella debe estarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario