El más fiel lector.

(Papi, en el centro de la mesa)

Mi más fiel lector no me comenta en ningún post, al menos no lo hace por escrito.
Mi más fiel lector está siempre al pendiente de las cosas que digo y no digo.
Mi más fiel lector está atento a mi estado de ánimo.
Mi más fiel lector recuerda lo que escribo, aún cuando lo haya leído semanas antes de decírmelo.

Mi más fiel lector me quiere y me sigue leyendo a pesar de que a veces escriba unos disparates mayúculos, o me invente palabras.

Tal vez se pregunten por qué he dicho estas cosas de un tal ‘fiel lector’ y mas o menos les responderé con algo de historia del reino.

El reino existe desde hace poco más de un año siendo Fruitland su primer nombre, he escrito de manera sincera en este lugar, deje de escribir durante unos meses porque sentí que había perdido la inspiración, como que las cosas chulas y raras que me pasan no estaban pasando, tal vez sencillamente fue bloqueo o haraganería. El hecho es que desde que empecé a escribir nuevamente, he sentido nueva vez que no puedo dejarlo, para esa misma época cambió el nombre del reino de Fruitland a El Reino Mágico de Reina Abeja.

Desde que me mudé a Santo Domingo en Julio del año pasado, empecé a escribir todo lo que me pasa, y las cosas con las que me siento bien, a veces las satisfacciones que me produce tener este lugar, ponerlo bonitoso y encaminarlo a encontrar su propio estilo, y ver quienes son las personas que siempre están pendientes, y alerta en cuanto al reino. Pero realmente a veces escribo cualquier cosa, como por ejemplo que me duele la cabeza y ya, y la gente dirá que ese día no encontré nada que escribir y cuando vienen a ver hasta me lo inventé.

La verdad es que escribo, y trato de hacerlo a sinceridad sobre cualquier cosa que haya o esté pasando porque tengo un lector, quizás el más constante de todos, muchas veces se mantiene al tanto de mí a través de estas letras. Nos encontramos separados por muchos kilómetros, mas nada que un metro y varias horas no puedan remediar, pero casi siempre ocurre que no necesariamente coincidimos en disponibilidad u otras cosas, y no nos vemos tanto como quisiéramos, y él, el más fiel de todos, cuando hablamos me dice las cosas que ha leído y siempre me deja saber que lo supo porque me leyó.

Ese, mi más fiel lector, es mi papá. Que cada día visita el Reino y pasa desapercibido ante los ojos de los demás, que nadie sabe cuando entra y sale, que no comenta ni bloguea, pero que con certeza recuerda cada una de mis expresiones y va más allá, le enseña escritos a sus amigos, y orgullosamente dice que soy su hija. Todavía recuerdo en navidad, cuando me dijo que le enseño mi reseña de la boda a un amigo y le dijo que yo podía escribir cuentos y cosas así, por la habilidad para describir las cosas que poseo, y cuando me lo dijo, lo dijo así como si le hubiesen dicho que yo podía ganarme un Pulitzer o un Premio Nobel de Literatura.

A veces nuestro mayor y mejor público, es el más discreto, pero sin duda alguna, se deja sentir con unas palabras.